Oh, el consuelo, el indecible consuelo de sentirse
segura con una persona; de no tener que sopesar
pensamientos ni que medir palabras,
sino manifestarlos.
Justo como son, paja y grano juntos, sabiendo que
una mano fiel los acogerá y cribará, guardará lo
que valga la pena y arrojará el resto
con un soplo amable.